sábado, 7 de abril de 2012

Deseo de mujer


Lectura apta para algunos hombres,…

Hacía días que todo lo que tocaba parecía complicarse, en mi trabajo los problemas se sucedían y cada vez se liaban más, estaba quedando mal con mi amiga Gemma que ya me había llamado tres veces para salir a comer las dos, mi marido llevaba días de mal humor por verme con la libido por los suelos, con lo que le gusta hacer el amor y además mi hija estaba reclamando más atención de mi parte.

Me sentía mala madre, pésima esposa, ejecutiva fracasada y además, fatal con mis amigas y no digamos con mis padres. Un desastre de mujer.

Estos días me siento fea y gorda, con tanto estrés, he comido más de lo debido y no me gusto, estoy rabiosa conmigo misma y con el mundo, me gustaría desaparecer del planeta,… además esta noche, mi marido está intentando hacer méritos para cambiarme el ánimo y así, follarme,… estoy que trino,… si no sabe comprenderme que se joda y se haga una paja.

La cena familiar transcurre con una aparente calma, procuro interesarme por las cosas de mi hija para despistarme y no mostrar toda la rabia y desespero que siento, él me toca un par de veces la pierna por debajo de la mesa y yo se la rechazo, creo que con delicadeza, no estoy muy segura, no quiero montar numeritos en familia delante de mi hija,… huyo de él, me encierro con la niña, hablamos,… la ropa de mañana, los trabajos del colegio,… nos damos un beso y a dormir.

Él hace un rato que me está esperando en la cama, está despierto con una sonrisa y mirando sensualmente cómo me desnudo, reconozco que me encanta que me mire de esta forma, es de los pocos momentos en que me siento mujer, pero no estoy por la labor, siento frustración y no me siento mujer para darme a un hombre y hacer sexo o amor, qué más da.

Me siento en la cama, casi vestida, marcando límites y con cara de pocos amigos, él me pregunta con su cálida voz, ¿qué te ocurre cariño? ¿Porqué el muy cabronazo me habrá hecho esta pregunta, si ya sabe la respuesta? estoy harta de todo, incluso de mi misma y también de él y sus zalamerías. Exploto, me pongo más rabiosa, cierro la puerta y chillo, me levanto, lloro, vomito todo el mal que llevo dentro, maldigo el mundo y a él por no comprenderme,…

Él calla y escucha, me mira, serio pero sin temor, pacíficamente, asiente y no habla, siento que me hace bien expresar mi emoción hasta el tope, hace una pequeña intervención, creo que para provocarme y vuelvo a saltar, me aparto, me cierro en el lavabo, vuelvo a llorar y al rato lo veo con la puerta abierta mirándome con dulzura y diciéndome: te comprendo, lo siento, te amo, ven… tengo ganas de abrazarte,…

Me rindo y me dejo proteger por él, es bueno y sé que me quiere, en realidad pienso que hay pocos hombres capaces de aguantar semejante ataque, pero aunque me gusta sentir sus brazos, sus caricias en la cara y su silencio, sé que estoy sin pizca de ganas de nada más. Menos mal que parece que lo entiende.

Su calor y su aroma me calman, me relajan, me hacen suspirar y él responde con una caricia más suave, con un beso, en la frente o en los ojos, siguen cayendo lágrimas, pequeños sollozos, suspiros,… me siento acurrucada y agradezco esta presencia suya que me ofrece sin pedir nada, sin inmiscuirse en mi drama personal, respetando mi libertad.

Sus caricias, su respiración, su paz me estremecen, me hacen sentir mujer, poco a poco, otra vez. Empiezo a sentir un ligero cosquilleo en mi sexo y el muy jodido parece que lo huele, porque sus caricias sin dejar de ser suaves se atreven a pasear por otras zonas de placer que él sabe despertar. Cosquilleo, sensaciones, su energía, humedad, calentura, empiezo a desear su cuerpo al completo, siento la necesidad de volver a sentirme mujer, libre y rendida a la vez con el hombre que me desea y al que, cada segundo, deseo más.

Siento, por las más comedidas, que el tono de este relato suba,... pero necesito compartir con vosotras el deseo creciente que sentía de sentirme poseída por su cuerpo, por su sexo, por su abrazo, su calor y en especial por esto tan especial que sabe darme cuando me posee,… hacerme temblar de amor, sintiendo su sexo vibrar en mi corazón y su semen derramarse en mi alma haciéndome sentir diosa y fundirme con él hasta hacerme danzar en la luz, el color y la música,…. sintiéndome mujer, diosa,...

Es increíble que un hombre pueda hacerme llegar a sentir, desde el profundo dolor en el que estaba, todo esto,... por esto a veces lo considero un dios igual que él a veces me considera una diosa,...

... gracias amigas por dejármelo contar.

Como podéis ver estoy trabajando mi lado femenino, prometo seguir intentándolo y compartir más pillerías como ésta,

Ignasi