miércoles, 27 de febrero de 2013

Sometida y amada



A raíz de nuestras últimas lecturas en pareja de este verano (Cincuenta sombras), noté por comentarios que hacíamos, que a ella se le empezaban a despertar deseos morbosos de sentirse dominada y sometida, por su hombre. Para ella era muy difícil expresar este sentimiento oculto de niña mala, que empezaba a asomar en su interior. Toda una mujer culta, emprendedora, hija ejemplar, con carrera universitaria y un buen elenco de cursos de crecimiento personal, salud y espiritualidad. Imaginaros su sorpresa para consigo misma cuando se calentaba pensando en unos azotes en las nalgas, en el dominio del hombre rudo y salvaje, con palabras obscenas, era… impensable.

A mi, me daba miedo, ni siquiera intentarlo, aunque fuera para satisfacer el oculto deseo que  intuía en ella, observándola durante su lectura. Mi pasado con respecto al dominio de la mujer, a darle dolor, a someterla, era absolutamente impoluto. Nunca le había levantado la mano a ninguna mujer, porque siempre las respeté y nunca quise hacerles daño. Mi corazón, mi mente y mi alma me decían: cuidado que lo que estás pensando es peligroso y puede haceros daño…

Pasaron algunos días y nuestra relación subió de tono, estábamos más fogosos y apasionados de lo normal, eran días de vacaciones y podíamos estar más rato solos. Una noche, antes de dormir se me ocurrió una idea para probar este nuevo juego, sin riesgos, me hice un plan para la mañana siguiente y me dormí continuando con mi arriesgada fantasía.

Por la mañana empecé con tono dominante a decirle cosas como “no me gusta nada el pijama que llevas, quiero que te pongas un camisón de los que te regalé”,… su cara de sorpresa dio paso a una serie de escenas donde ella iba descubriendo su placer oculto y yo me iba dando cuenta de que incluso era divertido.

Mi amor hacia ella, a pesar de mi comportamiento posesivo y dominante, crecía  de forma exponencial, cada vez la veía más frágil, sumisa y temerosa a la vez que excitada. La sensación es indescriptible, deseas seguir el juego y también deseas que termine para comértela a besos.

“Voy a probar con un buen cachete en el culo…” y así lo hice, se sorprendió más por el hecho y el ruido que por el daño (se que ella me lo diría inmediatamente)… lo que fue ocurriendo esta vez y algunas de las siguientes es que, en mi, se mezclaban el amor, el respeto, la honra hacia ella y también una rabia oculta contra los daños que “lo femenino” me había hecho a lo largo de esta vida. Darle algún cachete, decirle algunas groserías subidas de tono, rebajarla verbalmente, se me hacía más fácil y placentero y debo confesar que también me excitaba.

No voy a contar más intimidades nuestras porque lo que pretendo es intentar describir mis sentimientos.

Han transcurrido unas cuantas semanas, no siempre hemos jugado a este juego,  aunque eso sí, hemos introducido muchas variantes a nuestra sexualidad y la estamos haciendo más rica; ahora todo es más sincero, lo hablamos más abiertamente, es más juguetón, más divertido y creativo, las vergüenzas van quedando atrás, nuestro lado oculto está saliendo a la luz y no es tan malo como parecía, los tabúes y corazas caen solas por su propio peso, mi deseo por ella, por un sexo más sensual, lascivo y divertido, por un amor más intenso,… nos está acercando mucho más el uno al otro, nos sentimos unidos profundamente desde una espiritualidad hasta ahora desconocida, estamos sintiendo y gozando de orgasmos, oleadas de placer y sensaciones tántricas como nunca nos habíamos imaginado.

Sus miedos están desapareciendo, su feminidad, sensualidad, sexualidad, su diosa están floreciendo, su fragancia y ardor me arrebatan y mi hombre dolido, rencoroso, enfadado y a veces autoritario se está amansando. Es como si hubiéramos encontrado una válvula de escape divina que está sanando nuestros cuerpos, nuestras almas y nuestra pareja.

Y desde lo más profundo de mi alma, meditando en todo ello, doy gracias al Universo por estarnos descubriendo el gran secreto oculto durante milenios, el gran regalo que los dioses quisieron hacernos y los humanos nos ocultaron, la gran promesa de un cielo maravilloso: La sexualidad en toda su amplitud, bella, hermosa, traviesa, juguetona, divertida, lasciva, viciosa,… divina. 

Ricardo Alas

martes, 19 de febrero de 2013

Descubrir el Gran Femenino

En mi lento caminar por esta vida y por este mundo, a medida voy avanzando hacia mi destino, voy embelesándome cada vez más en lo femenino.

Mis sentidos se han despertado de un letargo un tanto ignorado, mi amor fluye de forma sublime y desde mis entrañas mi pasión se enciende con un fuego desconocido que asciende por mi corazón, hacia mi alma, hacia ellas, las divinas.

No sé qué clase de hechizos me están echando estas diosas, con las que comparto mi vida, de las que me estoy enamorando, aún más cada día, cada minuto. Ha tenido que ser un cáncer, el que me esté haciendo ver, la parte más divina y sublime que todas las mujeres llevan escondida en su interior.

Estos últimos días estoy descubriendo con su ayuda mucho más y quiero narrarlo para no olvidarlo jamás:

Estoy descubriendo que la quimioterapia es muy ácida y por lo tanto muy Yang, hace saltar una parte de fuerza (muy masculina y bastante agresiva) y debido a ello se produce un fuerte cansancio y por tanto una gran debilidad. Esto a nivel interior puede ser útil en momentos críticos, ayuda pero no es nada sanador.

El cáncer para curarse necesita sobre todo estar en un proceso más interior, más femenino y por tanto más Ying.

Amar y despedir, agradeciendo los servicios prestados, aquellas partes de tu cuerpo que deben ser extirpadas.

Avisar, amando, a las partes de tu cuerpo que se ven alteradas, decirles que aquella química no va a por ellas, que la desvíen hacia el lado izquierdo (es mi cáncer, riñón, uréter y vejiga), que a ellas las necesitamos, explicarlo bien.

Todo ello con mucho amor, caricias, mimos y llegando a una gran sensación de paz, armonía interior y dejar que todo vaya sucediendo desde este nuevo paradigma amoroso.

Esto curiosamente ayuda a desarrollar mi femenino interior: abierto a recibir, a amarme y que me quieran, a dejarme cuidar, a ser mucho más tierno, amoroso y sensible. Las consecuencias son curiosas, mi auténtico masculino (no el "machito"), un masculino más sereno más protector, que ofrece confianza y seguridad, que da soporte, no con su cuerpo, si no con su presencia, va creciendo día a día.

Al ir descubriendo mi femenino, valoro mucho más la grandeza del femenino que me rodea: su belleza, su volatilidad, su ternura, su confianza, su paz: la madre, la guerrera, la amante, la sacerdotisa,…

Cuando la Diosa Madre y la Diosa Guerrera sienten que han hecho bien su labor y deciden relajarse y florecen en la mujer las Diosas Amante y Sacerdotisa.

Ellas están entre la Luna Nueva, la oscura que no se ve y su ciclo creciente, que culminará mostrando todo su esplendor y belleza.

La Diosa Amante puede adoptar mil caras, como todas las diosas y todas ellas son infinitamente atractivas, deseables y divinas. Puede ser sensual, sexy, divina, espiritual, dulce, tierna, apasionada, explosiva, tímida y atrevida a la vez, humilde y arrogante, débil y poderosa, viciosa y sublime, lujuriosa, embriagadora, cautivadora y llevarte a un mundo desconocido donde el sexo, los cuerpos, las emociones, el alma y lo divino se funden todo en uno.

La Diosa Sacerdotisa es la Diosa del Amor auténtico, el que sana, el sagrado, el divino de verdad, el que nos une la tierra con el cielo y a su alrededor sólo vives la Magia y la grandeza.

A la que empecé a contemplar toda esta belleza me sentí cautivado por ella, incapaz de merecerla y mucho menos de poseerla, sólo contemplarla extasiado, admirarla y aprender a respetarla, a honrarla y a amarla, poco a poco me di cuenta que mi masculino no podía ser herido par semejantes diosas y aprendí con cautela a rendirme a él, a entregarme y a adorarlo, deseando ofrecerle lo mejor de mi, pero sin atreverme.

Y es así como de forma mágica la Diosa me miró y quiso entregarse a mi, ofrecerse entera sabiendo que mi amor no la podía dañar y empecé a descubrirla, sentirla y gozarla y todo empezó a cambiar en mi interior, porqué en la pasión sentía su fuerza y su amor sanador, en su néctar, la fuente de la eterna juventud, en su cuerpo y en su piel un camino hacia el cielo, en su interior… el templo del amor, en sus entrañas, el oculto mundo de la felicidad que nos hace dioses.

Gracias a este proceso siento que estoy sanando mi cuerpo y lo que es mucho más importante, mi ALMA.

GRACIAS DIOSAS DE MI VIDA, POR AYUDARME!!!