jueves, 14 de marzo de 2013

Fantasía de Mujer, nº 2



Estaba en la cama, entregando mi cuerpo  a un dulce sueño, todavía sentía el cosquilleo amoroso de su sexo dentro del mío, recién salido estaba y esta dulce sensación mi cuerpo, mi alma, mi incipiente sueño, toda yo me llenaba, cerrando los ojos, abrazando la almohada.

El no dormía en mi cama, la discreción a ello nos obligaba, estaba en el salón, tumbado en el sofá, recién tapado con mi manta blanca y suavemente acariciado con mi último beso de “buenas noches amor mío”.

En este soñoliento delirio lo sentí acercarse a mi y un suave beso sentí en mi mejilla, era el beso de sus buenas noches, mi cuerpo tembló y un suspiro lancé y el no perdió la oportunidad de estremecerme de nuevo con sus besos y caricias.

Tumbada, panza arriba, a oscuras no sabía si estaba despierta o dormida, cerré los ojos y me entregué a su caricia, a su pasión a su osadía.

¿Era un sueño, realidad o fantasía?, ni lo sabía, ni lo quería saber, solo deseaba sentir el placer de aquella fantasía nocturna hecha realidad, para hacerla más real, empezó a acariciarme el sexo como si mi mano fuera, buscando el desahogo y el goce en solitario como tantas noches en las que no tengo su mano.

Su voz resuena en mi sueño y ya no sé quién me acaricia, quién me hace sentir mujer, quién me hace sentirme deseada y poseída.

Me lleva atrevido a la realidad, mi mano llega hasta su sexo para sentirlo crecer, para sentirlo agrandar, mezcla erótica de  sueño y placer, fantasía o realidad, no lo puedo creer.

Su boca a mi sexo se acerca, me quita las bragas y se sumerge en él, lamiendo, besando chupando y haciéndome perder la noción del momento.

Sus dedos juegan en el umbral de mi agujero oscuro, entran suavemente en mi sexo y lentamente taladran mi culo, me siento llena y empiezo a sentir al hombre que tantas noches soñé y nunca tuve sobre mi. Lo sentía dentro, entrando y saliendo, jugando, me olvidé de su miembro y me entregué loca a mi placer y a mi sexo.

Lo oía respirar, el muy jodido sabía trabajar, experto en anatomía, conociendo cada rincón, despertando mi fuego, calentando mi pasión,… ¿qué siento en mi culo, en mi sexo y en mi ser? Ahora sólo siento placer, siento su fuego, su alma, arder dentro de mi, calentura total, entrega a mi hombre, sintiéndome mujer, hermosa, hembra, deseada y poderosa.

El fuego me empieza a subir, lo siento latir, palpitar dentro de mi, jadeo, convulsión, placer sin igual, grito contenido, orgasmo, temblor y… mucho amor.

Qué dulce follada me han hecho en la cama, amante misterioso, oculto en la oscuridad, deseo volver a sentirte y que esta vez seas de verdad.

Ricardo Alas (jugando otra vez con mi femenino)

viernes, 8 de marzo de 2013

Conocerte a ti, mujer.


Soy un hombre que, como muchos, ha tardado largo tiempo en valorar a las mujeres en todo su esplendor. Hace unos años no hubiera sido capaz de escribir esto.

Como hombre sentí vuestro atractivo y os deseé, como persona fui vuestro amigo y aprendí mucho de vuestra feminidad, como buscador reconozco que erais mi asignatura difícil, incapaz de comprender, amar y menos navegar por las, a veces turbulentas, aguas de vuestras emociones.

Tuve que buscar en mi interior para aprender a amar mi femenino, para que deseara unirlo al masculino, para intentar encontrar una forma hermosa y sencilla de unir lo que sentía con lo que creía debía ser, una quimera, unir deseo y amor, unir mi sexo con el cielo.

Busqué, leí, hice talleres y cursos, incluso tantra hindú, medité, escribí e incluso hablé de ello,… poco avanzaba en este camino, seguíais siendo un gran misterio,… hasta que un día me enamoré de una mujer.

Era todo lo que no podía comprender, dulce y poderosa, tierna y furiosa, madre y guerrera, misteriosa, desconocida y amada desde el origen de los tiempos,… sin comprenderla la empecé a contemplar, admirar, respetar, escuchar, sentir, gozar,… y en este extraño proceso sólo pude ofrecerle mi masculino, mi presencia, mi silencio, mis lágrimas, mi corazón y mi alma,… sin saber a dónde me iba a llevar todo aquello.

Ella empezó a acercarse a mirarme y a buscar mi protección, mi abrazo, mi ternura y a sentir mi oculto deseo de entrar y hacerme uno con ella.

Aprendí a dejar de querer y  a sentir el verdadero amor, supe lo que quería decir incondicional y empecé a rendirme, a dejar de luchar, a simplemente ser un admirador, un adorador del femenino maravilloso y a gozar de  sus diferencias, de sus emociones, a dejar de intentar comprenderlas y simplemente gozarlas, unas veces más cerca y otras simplemente estando, ofreciendo mi presencia.

Rendirme, entregarme, dejar de luchar, de intentar comprender y amar simplemente, obró el milagro en mi.

Volví a leer y aprender pero esta vez sobre el femenino, la Tierra, la Luna y sus ciclos, su maravillosa menstruación, sus diosas, sus arquetipos, sus misterios y me transformé poco a poco en el Ricardo de hoy.

Gracias mujeres de mi vida. Seguiré otro día.

Ricardo Alas

sábado, 2 de marzo de 2013

Si follas vives


En estos tiempos revueltos de crisis de todos los tipos, de cambios climáticos, de alineaciones planetarias, de saltos cuánticos, aprendizajes de todo tipo y, … ascensiones a nuevas dimensiones, la mayoría de los humanos andamos medio chalados, hemos perdido el rumbo, no sabemos hacia donde ir, los valores y creencias que teníamos están dejando de tener valor y sobre todo estamos perdiendo la ilusión, las ganas de vivir y también las ganas de jugar.

Nos dijeron hace tiempo que debíamos cuidar a nuestro niñ@ interior, ya que en él está todo el propósito y sabiduría que necesitamos para vivir con sentido; pero el niño tiene ganas de jugar y nosotros los adultos, nos hemos vuelto tan serios que, no tenemos tiempo para hacerlo y, las ganas de reír, casi las hemos olvidado.

La tristeza, el desánimo, la depresión, el estrés, la falta de creatividad,… han alejado nuestras ilusiones, hemos olvidado la creatividad y especialmente hemos olvidado las ganas de vivir la vida, de disfrutar de ella, de ser felices,…es más, hemos elaborado un nuevo programa en el que la felicidad es sinónimo de imposible y donde el sufrimiento empieza a ser considerado como algo normal e inherente al ser humano. ¡¡¡ Dios, dónde estamos !!!

Frente a este panorama todos vamos tensos, casi no nos saludamos, no escuchamos, nos cabreamos y lo peor de todo no vemos, ni queremos ver, por miedo, lo que nos rodea y vamos casi ciegos por la vida…. ¿creéis que con esta escasa visión de la vida, nos dejarían conducir por ella?: somos un peligro social porque podemos asustar, chocar, atropellar o dañar a muchas de las personas que están a nuestro alrededor. Con esta actitud de resignación, fatalismo aceptado, culpabilidad o karma mal entendido, no podemos llegar muy lejos.

Hay otra forma de tomarse la vida, más alegre, más divertida y cómo no, más profunda y seria si cabe. Tenemos un cuerpo para vivir, para aprender a ser, sentir, percibir, gozar, reír, expresar nuestro amor y… como no gozar de un buen sexo y follar.

Las personas que aman y son amados, los seres que intercambian amor, hormonas, microbios, fluidos y emociones, las personas que practican el sexo de forma libre, hermosa y responsable, son mucho más sanas, gozan de un humor excelente, son más creativas, perspicaces y son especialmente felices, a veces incomprensiblemente felices a los ojos de muchos profanos.

¿Qué ocurre con la sexualidad?: que por un extremo u otro la hemos sacado de contexto, la hemos distorsionado y castrado tanto que o la consideramos pecado o la situamos en la cima de nuestros más elevados deseos.

La sexualidad bien entendida es inherente a los humanos, desde nuestro nacimiento, la sensualidad se manifiesta ya en los recién nacidos: baño, masaje, caricias, lactancia,…. y genera hormonas saludables que nos hacen optimistas y vitales, la sexualidad crece con nosotros y sólo empieza a distorsionarse cuando desde la niñez se dan respuestas ambiguas o incluso erróneas a las preguntas más bellas y esenciales. Cuando llegamos a la adolescencia y con ella al despertar de las hormonas, la sexualidad se vuelve explosiva y necesita respuestas muy concretas. Los adultos la hemos redimensionado, algunos volviéndose obsesos (especialmente los hombres) o abandonándola progresivamente (a partir de los 40) para dejarla como algo que sólo hay que hacer de vez en cuando.

El sexo puede ser tan humano y salvaje como se quiera y tan divino y sagrado como nos dé la gana. Nuestros genitales y sexo están situados en la base de nuestro cuerpo, en conexión con la tierra y relacionados con nuestros dos primeros xacras, justo donde el Yoga nos dice que está dormida la gran energía Kundalini, la que al despertarse eleva nuestra Consciencia en forma de orgasmo casi cósmico y nos lleva a sentirnos Uno con el Todo.

Hay algunos textos que hacen mención a la sexualidad como “el gran regalo de los dioses”, podéis ver uno muy hermoso que es un extracto del libro digital “Mensajeros del Alba y cada vez hay más personas, movimientos, corrientes, que consideran la sexualidad como el medio ideal para alcanzar niveles de consciencia superiores sin olvidar, lo sana, divertida y placentera que es.

Imaginaros un mundo donde las personas de todas las edades, sexos y condiciones hicieran el amor con sus propios cuerpos y a partir de cierta edad lo compartieran con las personas que eligieran, un mundo donde tocarse, masturbarse, producirse placer no fuera malo ni pecaminoso o peligroso, un mundo donde la sexualidad fuera mucho más que follar o echar un polvo, un mundo donde la fantasía y la creatividad, la alegría, diversión, placer, y todos los atributos que queráis del buen sexo pudiéramos compartirlos, sin tabúes ni barreras, ni miedos con los seres que amamos, un mundo donde “follar” fuera divino.

En este mundo las personas serian felices, estarían mucho más sanas, los problemas se resolverían de forma más fácil y creativa, la gente sonreiría y se saludaría, dejaríamos sentarse a los ancianitos y jugaríamos con los niños,… sería un mundo muy superior al que estamos viviendo y circular por él sería un placer.

Bienvenidos a la Magia del Sexo.

Ricardo Alas

Deseo de Mujer. Fantasía 1


Apta para algunos hombres,…

Hacía días que todo lo que tocaba parecía complicarse, en mi trabajo los problemas se sucedían y cada vez se liaban más, estaba quedando mal con mi amiga Gemma que ya me había llamado tres veces para salir a comer las dos, mi marido llevaba días de mal humor por verme con la libido por los suelos, con lo que le gusta hacer el amor y además mi hijos estaban reclamando más atención de mi parte.

Me sentía mala madre, pésima esposa, ejecutiva fracasada y además, fatal con mis amigas y no digamos con mis padres. Un desastre de mujer.

Estos días me siento fea y gorda, con tanto estrés, he comido más de lo debido y no me gusto, estoy rabiosa conmigo misma y con el mundo, me gustaría desaparecer del planeta,… además esta noche, mi marido está intentando hacer méritos para cambiarme el ánimo y así, follarme,… estoy que trino,… si no sabe comprenderme que se joda y se haga una paja.

La cena familiar transcurre con una aparente calma, procuro interesarme por las cosas de mis hijos para despistarme y no mostrar toda la rabia y desespero que siento, él me toca un par de veces la pierna por debajo de la mesa y yo se la rechazo, creo que con delicadeza, no estoy muy segura, no quiero montar numeritos en familia delante de mis hijos,… huyo de él, me encierro con la niña, hablamos,… la ropa de mañana, los trabajos del colegio,… nos damos un beso y a dormir.

Él hace un rato que me está esperando en la cama, está despierto con una sonrisa y mirando sensualmente cómo me desnudo, reconozco que me encanta que me mire de esta forma, es de los pocos momentos en que me siento mujer, pero no estoy por la labor, siento frustración y no me siento mujer para darme a un hombre y hacer sexo o amor, qué más da.

Me siento en la cama, casi vestida, marcando límites y con cara de pocos amigos, él me pregunta con su cálida voz, ¿qué te ocurre cariño? ¿Porqué el muy cabronazo me habrá hecho esta pregunta, si ya sabe la respuesta? estoy harta de todo, incluso de mi misma y también de él y sus zalamerías. Exploto, me pongo más rabiosa, cierro la puerta y chillo, me levanto, lloro, vomito todo el mal que llevo dentro, maldigo el mundo y a él por no comprenderme,…

Él calla y escucha, me mira, serio pero sin temor, pacíficamente, asiente y no habla, siento que me hace bien expresar mi emoción hasta el tope, hace una pequeña intervención, creo que para provocarme y vuelvo a saltar, me aparto, me cierro en el lavabo, vuelvo a llorar y al rato lo veo con la puerta abierta mirándome con dulzura y diciéndome: te comprendo, lo siento, te amo, ven… tengo ganas de abrazarte,…

Me rindo y me dejo proteger por él, es bueno y sé que me quiere, en realidad pienso que hay pocos hombres capaces de aguantar semejante ataque, pero aunque me gusta sentir sus brazos, sus caricias en la cara y su silencio, sé que estoy sin pizca de ganas de nada más. Menos mal que parece que lo entiende.

Su calor y su aroma me calman, me relajan, me hacen suspirar y él responde con una caricia más suave, con un beso, en la frente o en los ojos, siguen cayendo lágrimas, pequeños sollozos, suspiros,… me siento acurrucada y agradezco esta presencia suya que me ofrece sin pedir nada, sin inmiscuirse en mi drama personal, respetando mi libertad.

Sus caricias, su respiración, su paz me estremecen, me hacen sentir mujer, poco a poco, otra vez. Empiezo a sentir un ligero cosquilleo en mi sexo y el muy jodido parece que lo huele, porque sus caricias sin dejar de ser suaves se atreven a pasear por otras zonas de placer que él sabe despertar. Cosquilleo, sensaciones, su energía, humedad, calentura, empiezo a desear su cuerpo al completo, siento la necesidad de volver a sentirme mujer, libre y rendida a la vez con el hombre que me desea y al que, cada segundo, deseo más.

Siento, por las más comedidas, que el tono de este relato suba,... pero necesito compartir con vosotras el deseo creciente que sentía de sentirme poseída por su cuerpo, por su sexo, por su abrazo, su calor y en especial por esto tan especial que sabe darme cuando me posee,… hacerme temblar de amor, sintiendo su sexo vibrar en mi corazón y su semen derramarse en mi alma haciéndome sentir mujer y fundirme con él hasta hacerme danzar en la luz, el color y la música,…. sintiéndome diosa,...

Es increíble que un hombre pueda hacerme llegar a sentir, desde el profundo dolor en el que estaba, todo esto,... por esto a veces lo considero un dios igual que él a veces me considera una diosa,...

 ... gracias amigas por dejármelo contar.

Como podéis ver estoy trabajando mi lado femenino, prometo seguir intentándolo y contaros más fantasías como ésta,

Ricardo Alas