viernes, 30 de agosto de 2013

Dulce amor añejo

Estaba en la sala de espera del hospital una hora antes de que me dijeran que se me había reproducido otro tumor en la vejiga y que de nuevo tendría que pasar por la operación, postoperatorio, tratamiento, instilaciones, etc.

Delante nuestro había una pareja de personas mayores, él unos 80, ella unos 70 y muchos, el enfermo era él y ella no sé que le contaba, pero le hacía reír, se tocaban, algunos besos, él me miró como queriéndome decir “la quiero, ¿te extrañas?”… me los imaginé en la cama amándose, comenté con mi pareja la belleza de la escena, le dije “quiero escribir sobre el sexo de estos dos…” y al llegar a casa, pasado el bajón de saber que mi cáncer todavía seguía ahí y el subidón de saber que seguiré amando la vida, cada día y escribiendo mis sentimientos sobre esta maravilla que es el sexo y el amor,… me dispuse a escribir este post:

Hoy era su 78 cumpleaños y ya llevábamos 51 años de casados, llevaba días pensando en qué regalo le haría, no era fácil, así que decidí darle lo mejor a mi amada Lucía…

Aquella noche le pedí que me dejara la cocina para hacerle una cena especial, ya había ido a comprar lo necesario y lo había medio camuflado en armarios y en la nevera (dentro de una bolsa, que recé para que no abriera). Una cena de otoño, con una crema de marisco y una ligera parrillada de pescado acompañada de verduritas a la brasa. Un Albariño (le gustaba este vino para el pescado) y, como no, una tarta con dos velas, el 7 y el 8, y tras una infusión de hierbas, un chupito de Chartreuse verde; como veis, una cena sencilla para mi reina.

La amaba con locura, muchísimo más que el primer día cuando la vi en casa de unos amigos poco después de la mili. Seguía igual de hermosa, más encogida, con hermosas arrugas, hechas de alegría y felicidad, una madraza con nuestros hijos y su prole, amiga de la vida y, conmigo, toda una compañera de camino, de aquellas que te hacen amar el pasado y el presente, además de una excelente mujer, amante y cuidadora… todo un amor.

La cena transcurrió con alegría, adornada de unas velas y con un CD de música sensual que le encantaba y que usábamos cuando nos dábamos masajes el uno al otro. Aquella noche tenía algo de especial, ella intuía que detrás de esta cena había una sorpresa, porque sus miradas eran de las que preguntan sin querer saber la respuesta. Llegó el pastel y antes de soplar las velas cerró los ojos unos instantes, estaba preciosa a media luz, ¡cuánto amaba y deseaba aquella mujer! Sonrió picaronamente antes de abrir los ojos, me miró y sopló sus velas con una gracia que me hizo estremecer.

Charlamos del largo camino que habíamos recorrido juntos, de nuestras aventuras de todo tipo, mías, suyas, de trabajo, con nuestros hijos, los nietos, el yerno, los amigos… algunos ya no estaban y sobre todo nuestra conversación giró entorno a lo mucho que los dos queríamos hacer todavía: viajar, leer, salir y, cómo no, amarnos mucho en la cama y donde fuera… recordamos algunos momentos lujuriosos de nuestra vida, el último en casa de unos amigos, en un rincón de su jardín, el pasado verano… los dos, como ocurría a menudo, nos calentamos, de aquella forma tan hermosa en que quieres besarla, acariciarla y saborearla desnuda, hasta el amanecer.

En plan caballero la invité a levantarse y bailando al compás de la música le dije con la cara más seductora que supe: “¿apetece algo más…?” Sonrió y me dijo: ves al baño, túmbate en la cama y espérame, no te duermas por favor; mi corazón se aceleró, ahora podría darle mi regalo de verdad.

Me había comprado unos boxer negros que me quedaban muy bien y una camiseta sin mangas a juego, hacía tiempo que no me ponía algo parecido, bajé la sábana encimera y la plegué a los pies de la cama, encendí unas velas, cambié y subí el volumen de la música y llené la sábana de pétalos rojos de rosa, de los que huelen, me tomé media viagra para estar más a tono con ella y la esperé sentado en la cama, con un ramillete de rosas blancas, una caja de bombones y una botella de cava bien fría escondidas en mi mesita de noche.

Salió radiante, su pelo recogido y un corto camisón blanco con lacitos rosas que le regalé hace un par de años, olía a romance, se hizo la coqueta y cuando vio los pétalos de rosa y la luz que nos rodeaba, se tumbó con los brazos abiertos y me dijo, “¡qué feliz que soy… cuánto me amas!”, me abrazó y nos pusimos a besarnos con tanto deseo que parecíamos recién casados; tomé aliento y le di el ramo de flores; mientras las olía, le subí el faldón del camisón y empecé a besar su vientre, jugando con su ombligo, bajando poco a poco hacia su sexo, queriendo oler su flor particular. Me paró sonriendo: “¡no corras tanto… que no hay prisa!”

Me senté en la cama mirándola embelesado, “¿todavía me tienes ganas pillín?”, “ya lo ves Lucía… como el primer día”, la besé y abracé con miedo a hacerle daño, ya notaba la pasión de la viagra subiendo por mis venas.

“Toma cariño, los bombones que te gustan” y le acerqué una caja de bombones rellenos de licor y frutas, como ella los prefería; tomó uno de aquella forma que sabía, saboreándolo y deshaciéndolo en su boca, tentándome a probarlo, sorbí parte del bombón en su boca y después abrí el cava, llené las dos copas y comiéndonos a besos, con lascivia, dije: “quiero comerte a ti”, se estremeció y sonriendo dijo: “no te atragantes, glotón…”.

Con dulzura le quité el camisón y empecé a besarla desde arriba, bajando despacio por sus pechos, besando y lamiendo sus pezones, sorbiendo cava en su ombligo, lamiéndolo entre sus pliegues y curvas, gozando del bombón que tenía frente a mí y que tanto amaba. Le quité las bragas y luego, después de mirarla con amor, me puse a saborear la exquisita delicia que tenía entre sus piernas, le echaba cava de mi copa y lo sorbía entre sus labios vaginales, acariciaba y lamía suavemente con mi lengua el preciado tesoro de mi amada, empezó a mojarse de algo más que cava, nunca había tenido sequedad vaginal, era como un fresco oasis que, un caminante sediento como yo, siempre encontraba. Su deseo iba subiendo y mientras con una mano jugaba con sus pezones, metí un par de dedos dentro de su templo sagrado, acariciando su interior, besando su altar, gozando de su cáliz y bebiendo de él.

Gimió al principio, se le aceleró la respiración, el corazón le iba a cien, me asusté un poco… “¿estas bien mi amor?” sin dejar de suspirar dijo: “en la gloriaaa…” y pegando un grito se sumió en un orgasmo de los que marcan época, la de su cumpleaños.

La abracé con las fuerzas que tenía y le besé los párpados cerrados que le permitían estar en un lugar lejano, donde los años no pesan y el amor se vive siempre.

Los entornó y me dijo: “tu eres el mejor regalo de toda mi vida”, y la fiesta siguió hasta que se terminaron los bombones, el cava, y abrazados los dos le volví a decir: Felicidades Lucía, ¿te gustó mi regalo?

Ignasi Tebé

Terapeuta y educador sexual.
Colaborador de Sex Academy Barcelona

viernes, 23 de agosto de 2013

Divina tigresa


Oh! divina diosa de tigresa vestida,
tu suave piel me ansía y también me fascina,
hoy quieres mostrarme toda tu valía.
Desnuda estás sentada sobre mi sexo,
mirándome provocadora, incitándome,
quieres sentir mi calor y mi deseo,
siento como tus labios me buscan,
desean sentir la caricia de mi sexo,
buscan el suave roce de mi vello,
se paran al sentir el calor de mi cuerpo,
suspiran al quemarse con el calor que llevo dentro,
tigresa eres hoy, poderosa y dominadora,
mi impides hacer nada, hoy eres mi ama,
cual serpiente, vas ascendiendo sobre mi vientre,
abrazando con tus piernas mi cuerpo,
ardiente estoy, poseído me siento,
de tu calor, de tu humedad, de tu sexo,
¿qué haces diosa que enciendes mi fuego?

Provocadora, usurpadora, ladrona de mi corazón,
sobre mi pecho sentada, me miras, mi ama,
mis brazos sujetos, me siento tu esclavo,
me obligas a mirarte a los ojos del alma,
siento que algo quieres darme y robarme,
tus manos te acarician, tus ojos miran al cielo,
tus labios ardientes, frente a los míos,
dedos que me descubren tus íntimos adentros,
abres tu sexo mostrando tu riqueza,
el poder que llevas dentro me hace temblar,
las caricias en tu sexo me hacen soñar,
veo como te penetras jodida, haciéndome mirar,
tu boca rezuma el zumo de la ansiedad,
mi boca desea acercarse a la tuya,
pero dominadora y lasciva, tú me lo impides,
sólo mírame, deséame, siénteme, me pides
y contemplo como rezumas pasión y placer,
el latido de mi corazón lo sientes entre tus piernas,
tus ojos ladrona, me lo delatan,
yo siento sobre mi pecho tu humedad,
el fuego que sientes dentro,
tus espasmos de placer, los latidos de tu sexo,
te arqueas abriéndote más, dándome todo y nada,
siento un vacío en mi corazón,
no soy yo, soy tu, lo conseguiste arpía
y sintiendo tus espasmos sobre mi pecho,
oigo el grito de tu diosa victoriosa,
culminaste tu placer y el mío.

Veo salir tus gotas embriagadoras,
que con mis labios, ahora sí, deseo sorber,
despertaste en mi a la fiera, soy un salvaje,
ya no soy un dios, solo un ardiente hombre,
te lamo y seco tu sexo, me embriago,
sabor, perfume, amor, ¿qué es esto?
Ahora soy yo quien voy a dominarte,
poseerte y penetrarte hasta donde no llegaste,
soy yo quien ardiente viene a cubrirte hembra,
quien loco de pasión en tu sexo va a hundirse.

Loco corazón, me estás haciendo traición,
puesto que vuelvo a ver a la tigresa diosa
y siento respeto, honra y adoración,
por tu vientre y por tu sexo,
por tus entrañas de mujer y de hembra.
Poseído vuelvo a estar por tu mirada,
que me pide fuego y pasión,
que me ruega entrega y sumisión.

Siento el deseo de entrar en tu sexo, en tu templo,
y una vez dentro, rodeado de luz y de belleza,
siento tu humedad cálida, tus latidos, tu ternura
y allí dentro encuentro paz y silencio,
Te escucho respirar, cierro los ojos
y veo en tu templo llegar a tu diosa,
tiene forma de yegua blanca, tiene alas…
es lasciva, coqueta, juguetona, pero digna,
dulce, cariñosa y tremenda,
me busca, es una hembra en celo,
se contonea, se ofrece se acerca
y perdido en este paraíso obsceno,
salto sobre ella y la monto
y en mi locura arranca su vuelo,
llevándome montado en ella, llevándome muy lejos,
el cielo me acoge, las estrellas ríen,
el universo me sonría, siento a mi dios,
galopar divino, montada de éxtasis,
siento el diluvio sobre mi cuerpo,
me llueven sonrisas, belleza y deseo,
siento salud y una juguetona juventud,
la abundancia me cierne, me acoge,
pierdo mi yo y me siento Uno,
con mi yegua alada, con el universo
y en este orgasmo divino,
por fin comprendo en mi corazón,
la no existencia del tiempo.

domingo, 18 de agosto de 2013

SEXO SENTIDO: con mucha vista

La vista es quizás el más importante de todos los sentidos, especialmente para la mayoría de hombres, y cada vez más para las mujeres.

La carencia de cualquiera de los sentidos refuerza inmediatamente los restantes. Así, por ejemplo, los ojos vendados nos pueden dar mucho juego, ya que la carencia temporal de lo visual nos ayudará a sentir mucho mejor los sonidos, los olores, los sabores, las sensaciones táctiles y, como no, pondrá en marcha nuestra imaginación y despertará las fantasías.…

Por lo general, los hombres somos más visuales que las mujeres, nos gustan los desnudos hermosos, algunas revistas, las películas porno, los sex shops, la lencería erótica, etc.; no obstante, para la mayor parte de nosotros, una mujer semi-vestida es mucho más excitante que completamente desnuda, pues nos permite dar rienda suelta a nuestra imaginación y recrearnos en lo que se intuye y precisamente no se ve.

La imaginación es una gran aliada de este sentido visual; la mayoría de fantasías eróticas, en ambos sexos, tienen como ingrediente común un sinfín de imágenes sugestivas.

Las mujeres son también cada día más amantes de lo visual, del color y de la forma, aprecian que un hombre sepa vestir conjuntado, que la hombría se pueda ver, oler y tocar, el tórax de un hombre varonil, las facciones de una cara o también un hermoso trasero masculino. La atracción del uno hacia el otro, en ambos casos, generará el interés, levantará el deseo, irá despertando pasiones y nos llevará, a los amantes, a jugar y a hacer locuras.

Mirar al otro/a en nuestras relaciones sexuales y amorosas es muy placentero y por lo tanto la luz y el color son muy importantes (luz, velas, cortinas,… calidez). Una vez creado el ambiente idóneo empezará el gran juego.

Durante el transcurso de nuestra relación sexual, tanto en los preliminares, como durante los momentos álgidos de placer y la fase posterior, mirar el cuerpo de nuestro/a amante, mirar sus ojos, nos acercará física, sexual y emocionalmente. Llegar al orgasmo mirándose a los ojos es darlo todo, es ofrecer al otro/a el momento, con toda nuestra vulnerabilidad y todo nuestro placer.

Miradas que irán expresando sentimientos, emociones, deseos y pasiones, miradas que llegarán al alma, que le harán sentir mariposas en el estómago o directamente en su sexo,... miradas tiernas, inocentes, dulces, amorosas,… de dominio, de rabia, de sumisión,… de amigo/a, de compañero/a, poderosas,... de amante, de conquistador/a, miradas seductoras, ardientes, felinas, de provocación, lascivas, pecaminosas, sensuales, sexys,… embriagadoras, penetrantes… El poder de la mirada no tiene límites, nuestros ojos pueden expresar infinidad de matices, además de decir a nuestra pareja, todo lo que deseamos y sentimos.

Una mirada a los ojos, a la cara, al pelo, a los labios, cuello, repasando todo el cuerpo, mirando somera o descaradamente los pechos, fijándose en el sexo, (cuando las mujeres lo hacéis a un hombre, éste generalmente se desarma), en las piernas o en su culo... nuestra pareja ha de sentir que la miramos y con qué intención lo hacemos. Jugad con vuestra pareja a ponerla a mil sólo con la mirada y la intención que hay tras de ella; probad a hacerlo en un momento poco erótico, por ejemplo por la mañana, durante el desayuno… a ver qué sucede…

En realidad, todo lo que hagamos con cualquiera de nuestros sentidos, siempre será potenciado por la intención que le pongamos. Una mano sobre nuestro sexo puede hacernos sentir: paz, calidez, ternura, confianza, sentirnos honrados, respeto,… o  también nos puede hacer sentir deseo, posesión, pasión, gula, lujuria, atrevimiento, descaro,…

En la intimidad, deberíamos ser capaces de desnudarnos, incluso las parejas veteranas, con gracia, regalando despacito cada parte de nuestro cuerpo a los ojos de nuestro/a amante. Si es un momento apasionado, desnudar al otro nos ofrecerá la posibilidad de decirle muchas cosas,… “me gusta lo que veo”, “qué hermosa eres”, “cuanto te deseo”,… o un más apasionado “te quiero ya”, mientras casi le arrancamos la ropa.

El lenguaje de nuestro cuerpo debería transmitir las intenciones y todos estos sentimientos y pasiones de forma clara, nuestra postura, nuestros brazos, nuestras piernas y especialmente nuestra mirada, transparente, auténtica, aunque deseando abiertamente su cuerpo. También podemos ayudarnos de factores externos a nosotros, por ejemplo vendar los ojos sirve para ganarse (si somos capaces) la confianza total del nuestra pareja, atarla es dominio, una luz muy tenue es intimidad, una luz rojiza pasión…

“…déjame mirarte, le dije, quiero disfrutarte poco a poco, la cálida luz de la habitación teñía su piel y la hacía más morena aún, su piel parecía más suave, sus redondeadas formas, más apetecibles aún…

Le tocaba lo que estaba mirando, rozando con mis dedos las partes contempladas, acariciando con mi mirada el cuerpo amado, haciéndole sentir lo que veía, lo que pensaba y lo que sentía; de vez en cuando un corta frase: - Mmmmm me gusta tu cuello -, - querida, que hermosos son tus pechos -, - me gustan tus dedos -,… notaba que se iba excitando por momentos, mi mirada era descarada, desde sus ojos hasta la parte deseada de su cuerpo, relamiéndome a veces, suspirando de deseo, una caricia, un achuchón, un beso,… y así seguí turbándola con mi descaro.

Le dí la vuelta y  seguí con su espalda, con su hermoso culo, (se lo hacía saber, ahora nuestros ojos no se encontraban), separé suavemente sus nalgas, atreviéndome a mirar sus ocultas moradas, - cuánto te deseo (caricia) -, - tienes un culo precioso (beso) -, así fui calentándome y calentándola, hasta tal punto que cuando la volví de cara otra vez, para besarla sin dejar de mirarla, desde sus pies hasta su sexo, - que bien hueles -, - me gustas (la saboreé) -, hasta llegar a sus labios, sin dejar de mirar en sus ojos, nuestra pasión se volvió fuego y tuvimos que sumergirnos el uno en el otro para apagarlo.

Aquel día, cuando ella llegó al orgasmo, su mirada me atravesó mirando al infinito y mezclándose con su grito de placer, supe que estaba viajando muy lejos, pero a través de mis ojos, muy cerca de mi alma”


Ricardo Alas

viernes, 9 de agosto de 2013

Masturbación femenina, en pareja

Ahora ya sabemos que masturbarse es, tanto física, como psíquicamente, saludable. Las personas que se masturban y hacen el sexo con frecuencia gozan de mejor humor, de un carácter más alegre, menos propenso al estrés, ansiedad, depresiones,… vaya, que aunque a algunos no les guste reconocerlo, masturbarse es una buena costumbre.

Esto es válido tanto para los hombres, que siempre hemos alardeado, más o menos, de ello (incluso entre amigos o en público), como para las mujeres que lo gozan más en secreto y que aunque cada día lo practican más, según la estadística aún están por debajo de los hombres (95% en los hombres, 89% en las mujeres).

El hombre, en general, se masturba de forma mucho más rudimentaria que la mujer; el hombre muchas veces se limita al típico sube y baja de su mano sobre el pene, mientras que la mujer se lanza más a tocarse el cuerpo, a mimarse, amar su sexo, acariciar sus zonas más sensibles o incluso a utilizar juguetes masturbadores que hacen maravillas.

Lo que muchas parejas desconocen como se masturba ella o él. A veces en los preliminares nos masturbamos el uno al otro, buscando el placer del amado o amada, pero hemos de reconocer, que el no saber bien lo que le gusta o no, nos impide ser mucho mejores proporcionando estos tipos de placeres a nuestras parejas.

Es cierto que hay un porno que muestra cómo se masturban algunas mujeres, pero nada mejor que regalarle a tu pareja un porno en vivo, contigo masturbándote con todo el amor que seas capaz, delante de él (o de ella). ¿Te imaginas lo que sentiría ella, lo que sentiría él?

Por descontado, este tipo de obsequios no dependen de la condición sexual, cualquier persona, con ganas de jugar, puede ofrecerle este regalo a su pareja, aunque yo lo narre como heterosexual.

A los hombres no sólo nos pone a mil ver como nuestra pareja se masturba, sino también aprender disfrutando, con una clase práctica, mirando y haciendo de “voyeur” admirado. La mujer masturbándose frente al hombre se exhibe y demuestra su poderío, nos está diciendo que es la dueña de su cuerpo y que dispone de él libremente; por ello, por que le da la gana y porque nos ama o quiere provocarnos, nos obsequia con el espectáculo que rendirá a la pareja ante su sensualidad, su sexualidad felina y su alma femenina.

“... me dijo “no vas a tocarme” y me esposó las manos al cabezal de la cama, “¿te estarás quieto o te ato los pies también?”; no hizo falta, le dije un sí de corazón sin saber lo que se proponía,… cuando la veía así de decidida, se volvía irresistible y, además, una extraña y seductora belleza aparecía en su mirada.

Se desnudó lentamente y contoneándose como una gata se sentó suavemente, a pelo, sobre mi sexo aún sin despertar. Empezó a acariciarse poco a poco, cerró los ojos como si yo no estuviera, no desperdiciaba ningún centímetro de su piel, ahora lo hacía con la palma de la mano, ahora con sus dedos, más fuerte, más suave, pellizcándose los pezones suavemente, ahora una mano bajaba por su vientre, acariciándose las caderas, subiendo mientras la otra mano descendía,... la oí suspirar y empezar a jadear y pronunciar sonidos mágicos,... mi sexo se había excitado, aprisionado debajo del suyo ansiaba penetrarla, me moví un poco buscando la manera y ella con una maléfica sonrisa avanzó y se sentó sobre mi vientre, dejando mi sexo en solitario. Hice una mueca de disgusto, pero pasó de mí, cerró los ojos y siguió mostrándome cómo amaba su cuerpo entero y enseñándome a amarlo a mi también.

Sus pechos resplandecían a mis ojos, y aunque ahora rondaba los 50 y le caían ligeramente, los veía como los más hermosos que jamás hubiera imaginado, eran los suyos, los de mi pareja, que me estaba regalando sus caricias y haciéndome subir la temperatura, su barriga era deliciosa y su cara, cada vez más cercana al éxtasis, me recordaba imágenes de algunas diosas mitológicas.

Su ritmo se aceleraba, como el mío, me miró con una sonrisa de mujer satisfecha de si misma y me dijo: “hasta luego”,... cerró los ojos y se enfrascó en acariciarse senos, sexo, vagina, clítoris,... lo acariciaba con sus dedos, se relamía, a veces me daba sus dedos para que chupara su néctar precioso, veía su sexo húmedo y lo olía deseando tenerlo más cerca de mi boca para besarlo y lamerlo,... parece que me oyó, su puso de rodillas sobre mi cara para que la viera bien pero no pudiera tocarla, una gota mágica resbaló sobre mi mejilla,...

Siguió masturbándose y haciendo de ello un arte, empezó a moverse, jadear, soltar todo tipo de palabras y en medio de mi total excitación hizo estallar la suya sobre mi cara, viendo sus convulsiones, sintiendo en mis entrañas su placer, sintiendo mío su regalo.

Se posó sobre mi cara, me soltó las manos, deseando un beso que la relajara, unas caricias que la hicieran volver y sentí adoración por su sexo, por su orgasmo, por toda ella, como amante, por su atrevimiento,…”

¿Os imagináis una escena parecida, esta vez siendo el hombre el que se masturbe (con un poco de arte y amor hacia su cuerpo), pensando en sí mismo y ofreciéndole este regalo a su pareja?

Me gustaría recibir vuestros comentarios tanto de hombres como de mujeres.

Con todo mi cariño

Ignasi

Terapeuta, escritor y educador sexual

lunes, 5 de agosto de 2013

Sexo anal masculino ¿porqué no?

Breve ensayo sobre el sexo anal heterosexual, a modo de aperitivo…

Hace años en un taller de fantasías eróticas escuché a una mujer decir que su mayor fantasía era poder darle por el culo a su hombre (ahora se llama pegging). Todos nos quedamos un poco perplejos, pero en el debate que ello generó aprendí mucho.

Ya había descubierto que había zonas erógenas, muy sensibles a ciertos toques que, generalmente, no se asignaban a los hombres: pezones, laterales del torso, ano, zona perineal… Indagué y curioseé descubriendo zonas de placer que nunca había imaginado, orgasmos distintos y mucho más satisfactorios y distintas formas de jugar con el cuerpo y de darle placer, que compartiría con algunas personas en talleres de sexualidad. Busqué en los sex-shops de Internet y encontré distintos y divertidos juguetes para educar en el placer a esta digna parte de nuestro cuerpo. Busqué respuestas a mis dudas y vi que estas sensaciones, la mayoría de hombres, las querían ignorar porque las relacionaban con la homosexualidad gay y por ello habían entrado en la zona de tabú, de desviación, perversión, pecado, sucio, contagioso,… y no sé cuantas tonterías más. Nada mejor que una mente abierta, una buena higiene (por fuera y por dentro) y, si es necesario, el uso de las precauciones de todos conocidas para alejar estos fantasmas.

Años más tarde en un curso superior de sanación sexual tántrica, descubrí otros poderes de esta parte tan sensible de nuestro cuerpo. Lástima que nuestra cultura nos ha hecho ver los placeres de nuestro culo como algo prohibido, muy poco masculino, de hecho muchas mujeres se lamentan del fracaso de haber intentado satisfacer a sus hombres de esta forma y haber obtenido un rechazo fulminante como respuesta.

Nuestros pezones, nuestro ano, nuestro cuerpo pueden ser tan sensibles como los de una mujer y proporcionarnos – proporcionarles nuevas y fantásticas variantes y juegos que pueden llevarnos a momentos maravillosos de pareja y a orgasmos inimaginables.

Si a muchos de nosotros nos gusta hacerle el sexo anal a nuestra pareja femenina y, los más sensibles, sabiendo que éste existe, buscamos la forma de darles placer, ¿por qué no pensamos al revés y nos damos la oportunidad de pensar en nosotros mismos y amarnos?

En el interior de nuestro ano, a pocos centímetros hay un pequeño promontorio que es la glándula prostática, está en la parte inferior del recto (a unos 5 cm.), entre los testículos y el ano. Si esta zona estimulada por fuera ya nos produce sensaciones maravillosas e incluso orgasmos, imaginaros lo que nos puede hacer sentir, cuando relajados y abiertos a las nuevas sensaciones, es estimulada por dentro (con los dedos, con un juguete anal, con un arnés,… bien lubricados).

Las posibilidades que se abren son muchas, porque nuestro ano es muy sensible y tiene muchísimas terminaciones nerviosas, estimuladas desde fuera dan mucho placer. Las mujeres nunca piensan que esta variante sea poco masculina, en realidad se trata de una zona de placer apta para todos los hombres que deseen explorarla y gozarla.

Aunque podemos explorarla nosotros solos, lo ideal es que la pareja pueda estimularnos esta zona (siembre limpia y lubricada) con los dedos, con la lengua (beso negro), con un juguete erótico adecuado o con lo que la imaginación nos depare.

Si se estimula la próstata por dentro, mientras nuestro pene u otra parte sensible de nuestro cuerpo es estimulada adecuadamente, las sensaciones se potenciarán hasta cimas desconocidas. La correcta estimulación de esta zona, dentro del ritual y la técnica tántrica, puede sanar nuestra sexualidad eliminando viejos patrones negativos, decepciones, traumas, desengaños, abusos, … incluso ocultos a nuestro consciente.

Si en lugar de orientar el dedo u objeto sexual hacia la próstata, lo orientamos hacia la base de la columna vertebral (coxis) y con adecuadas caricias en la espalda estaremos estimulando nuestra Kundalini (orgasmo tántrico).

Lo cierto es que hay todo un mundo de sensaciones tanto físicas, como emocionales e incluso espirituales, por descubrir sobre este tema, para los novatos os recomiendo busquéis en Internet la palabra “pegging” o también “punto G masculino”.

Como ejemplo de nuestros miedos ahí tenéis esta frase que está sacada de una de las muchas páginas dirigidas a mujeres y que hablan de este tema:

“Muchos hombres no se atreven a explorar esta posibilidad, pero los que lo hicieron dicen que vale la pena”

Como hombre enamorado del femenino, os invito a probar estas nuevas sensaciones, estos nuevos placeres y orgasmos con vuestras parejas, podéis hacerlo añadiéndole sal y pimienta (en plan mujer domina al hombre), ser dominado en un momento de descanso y placer puede ser un gustazo, en plan aventura (juego de rol), en plan tántrico (velas, incienso, música,…), en plan salvaje, con imaginación,…

Que esta nueva experiencia, si la deseáis, os sea muy gratificante.

Ignasi Tebé

Escritor, facilitador de talleres y cursos, terapeuta sexual y colaborador de SexAcademy Barcelona.