jueves, 15 de mayo de 2014

No somos tan distintos

Recién publicado en la revista Hombre Moderno

http://www.hombremoderno.es/eros/somos-tan-distintos

¿De verdad creéis que los hombres y las mujeres somos tan distintos como parece?

Las grandes diferencias vienen porque ellas pueden ser madres y nosotros no, pero a nivel anatómico y sensorial nos parecemos mucho más de lo que creemos.

El clítoris de una mujer mide entre 8 y 10 cms. y se hincha y llena de sangre como el pene del hombre, sólo que a ellas solo les asoma la punta. Las mujeres pueden eyacular igual que los hombres gracias a sus glándulas de Skene que serían el equivalente a nuestra próstata y que debidamente estimuladas, en la mayoría de ellas, pueden generar su eyaculación, al igual que nosotros. Para humedecer su sexo las mujeres tienen las glándulas de Bartolino y nosotros las de Cooper. Nuestro pene tiene unas 5.000 terminaciones nerviosas, el clítoris de una mujer entre 7 y 8.000, su ano tiene unas 4.000 y el nuestro las mismas. Ellas tienen su músculo del placer, su suelo pélvico, igual que nosotros. Sus pezones son extraordinariamente sensibles al tacto y al placer, según aumenta la intensidad del proceso amoroso, lo mismo que en los hombres. Y podríamos seguir dando más ejemplos.

Donde nos diferenciamos especialmente es en la forma de reconocer el placer en nuestro cuerpo, de reconocer nuestras zonas erógenas y, por lo tanto, suprimir “algunas zonas” nos limita, nos hace inferiores a ellas y hace que casi toda nuestra atención recaiga sobre nuestro amado pene.

¿ Se os ha ocurrido imaginar, que al igual que las mujeres, los hombres podemos disfrutar de los besos, caricias… en nuestras tetillas (pezones masculinos), en nuestra zona perineal, en nuestro ano o incluso dentro del mismo, en nuestro recto?

A casi todos los hombres nos gusta penetrar analmente a la mujer, acariciar sus pechos, lamerlos y chuparlos… ¿habéis pensado que a ellas podría gustarles hacernos lo mismo?

Dejarse penetrar analmente por una mujer que busca con cariño estimular nuestra próstata (punto P o G para algunos), con sus dedos, con un juguete o en plan dómina con un arnés para llevarnos a un éxtasis sublime, no nos transforma en homosexuales, como tampoco lo es el dejarnos pellizcar, lamer o chupar nuestros pechos…

El machismo patriarcal nos ayudó a aprender valores que nos han hecho más hombres, pero también nos alejó mucho del verdadero sentido de la masculinidad; hoy los hombres lloramos, sabemos escuchar, hemos aprendido a dejarnos querer, sabemos emocionarnos y todo ello otorga más poder a nuestros valores masculinos.

Desde este post invito a los lectores a librarnos de estos prejuicios y a abrirnos más a dejarnos amar en toda su magnitud, al placer para sentir el poder de nuestra sexualidad más allá del pene y enriquecer nuestras relaciones sexuales de mil maneras nuevas que nos harán más hombres y nos permitirán sentirnos más libres.

Ignasi Tebé
Terapeuta, educador y escritor de sexualidad. Colaborador de Sex Academy Barcelona.
Mail: itebe3@gmail.com / Tel.: 667761640