Tanto para los hombres como para las mujeres, el olfato, en el mundo del
sexo, seguramente es nuestro sentido más animal.
Si bien no vamos por la calle oliendo los genitales de los demás (a más de
uno le gustaría), en nuestras relaciones íntimas, casi el 80% de las personas respondemos
sexualmente frente a ciertos olores que nos calientan el cuerpo, nos suben el
deseo o nos mojan… los labios.
Volvernos locos recorriendo el
cuerpo de nuestra pareja, con los dedos, con los labios, con el cuerpo y sentir
todas sus texturas, sus formas, sus rincones, su suavidad y firmeza, su
temperatura,… y sus olores, es el juego que todos los buenos amantes, salvo en
momentos de sexo rápido, fogoso y salvaje, utilizan para calentar y calentarse,
para sentir, para abrir su corazón, alterar sus hormonas y despertar el deseo
de hacer el amor, de follar, de perderse y fundirse en un orgasmo maravilloso y
liberador.
Los olores y fragancias de nuestro cuerpo, de forma inconsciente cuando
estamos siendo recorridos, curioseados, mimados, por nuestra pareja, le están
revelando muchísima información sobre nosotros y si ésta es de su agrado, su
cerebro empezará a generar hormonas que harán que su deseo vaya aumentando
progresivamente. Hay partes de nuestro cuerpo que huelen más intensa y
sexualmente que otras y conocerlas hará que queramos jugar con ellas.
¿Habéis probado, casi seguro
que sí, a besar a vuestra pareja, lentamente, desde la cabeza a los pies, por
delante y por detrás?. Dibujar el cuerpo deseado con nuestros labios (cercanos
a nuestra nariz) y saborear, oliendo sus ojos, sus orejas, su boca, su
barbilla, cuello, bajando poco a poco y sintiendo cada parte, hasta llegar a
los dedos de las manos, jugar con ellos un rato… el contorno de sus pechos, sus
pezones (esto también vale para hombres),… su ombligo, sus ingles, su sexo, sus
pies,… su nuca, su espalda, sus nalgas, su culo, su ano,… cada parte generará
en nosotros y en el otro oleadas de sensaciones y placeres distintos.
Poner la cabeza sobre el bajo vientre de nuestra pareja, cerrar los ojos,
sentir su respiración, besarlo poco a poco, besar su pubis,… sentir su olor,
respirarlo y perderse en sus matices, es un placer tanto para el que lo está
haciendo, como para el que lo recibe; dedícale un tiempo,… es casi una meditación,
donde la honra, la adoración, el deseo y la pasión se funden.
Es gracias a este olor, de algunas partes de nuestro cuerpo (aliento,
sudor, axilas, perineo, sexo,…) y a las feromonas (sustancias producidas por
nuestros cuerpos, mezcla de hormonas, sudor, olor a la piel,… y que son
captadas por nuestra nariz en el órgano vomeronasal), que sentimos la excitación
y despertamos al deseo y la pasión.
Hay olores que relajan, otros que refrescan, los hay que nos sirven para
evaluar a la pareja, que huelen a sano o a enfermizo, a fuerte o a débil, que
huelen a antes, a durante y a después, olores que excitan,… nuestro cerebro
tarda menos de un segundo en identificar los casi 10.000 aromas que tenemos
registrados. Si pensamos que gran parte de la atracción sexual responde a
nuestra química (hormonas, flujos, transpiración, saliva,…) podremos comprender
la importancia del olfato en la sexualidad.
También conviene saber que ciertos condicionamientos culturales pueden
inconscientemente catalogar ciertos olores y privarnos de sus estímulos.
Nuestra cultura todavía rechaza bastante este sentido tachándolo de sucio y de mal
gusto cuando de sexo se trata.
Una persona que se ducha a menudo, que está sana y come equilibradamente,
hace un mínimo de ejercicio y bebe suficiente líquido, no tiene porque oler
mal. El olor natural del cuerpo es muy excitante; lo eliminamos o mitigamos mediante
el baño o lavados diarios y hasta lo ocultamos con fragancias artificiales.
Obviamente no deberíamos camuflar tanto nuestro olor, ya que el olfato detecta
la química sexual y pone en marcha nuestros deseos.
También hay olores externos a
nosotros que nos pueden ayudar: el café, chocolate, canela, rosas, jazmín,
cedro, sándalo, ylang ylang entre otros, sean en forma de perfumes, aceites
para masaje o inciensos nos pueden ser de gran ayuda.
Hay una investigación exhaustiva de la
Dra. Ingelore Ebberfeld sobre el olfato y el sexo que nos aporta datos muy
curiosos. Según sus estudios, en las relaciones sexuales el 76,4% de los
hombres y mujeres se sienten sexualmente
estimulados por ciertos olores y éstos pueden tener fuentes muy diferentes,
como ilustran estos datos:
-
Olor corporal sin perfumes: 48’4%
-
Olor corporal con perfumes: 45’8%
-
Olor íntimo (zona genital): 31’9%
-
Olor después del sexo: 29’8%
Otros olores (axilas, pecho, ropa, ano,…) van descendiendo en importancia.
Los amantes del buen sexo sabemos que el olor forma parte de la danza
sexual en la que, sea de forma suave y delicada o impetuosa a veces, nos sumergimos.
También sabemos que cuanto más te apasiona tu pareja, nuevos olores, con un
sinfín de matices, irán apareciendo para hipnotizar a los amantes.
En nuestras relaciones de sexo oral, evidentemente se mezclan casi todos
los sentidos, pero nadie se atreverá a negar que el olfato es uno de los más
importantes, los olores más íntimos (incluido el de la menstruación), en plena
excitación sexual, se transforman en fragancias exquisitas; el flujo vaginal,
el líquido preseminal, el mismo semen, el sudor y olor de nuestros genitales
puede embriagarnos y llevarnos a un éxtasis de placer ilimitado.
Cuántos de nosotros después de una buena sesión de sexo, hemos estado oliéndonos
los dedos y relamiéndonos de gusto.
Que gocéis cada vez más de vuestra nariz y de los olores de vuestros
cuerpos.
Ignasi Tebé
Sanador, educador y escritor sexual
Facilitador de cursos y talleres para Hombres, Mujeres y Parejas.
Contacto: 667 761 640 o conexion@ignasi-aurea.com