El orgasmo de cérvix es muy
probablemente el orgasmo menos conocido por las mujeres, al hallarse éste en un
lugar bastante escondido y profundo; por ello, este tipo de orgasmo ha sido
ignorado durante mucho tiempo y es en honor a las mujeres por lo que creo que
ya es hora de hablar de él.
Según cuentan las mujeres que han
podido disfrutarlo, probablemente es uno de los orgasmos más bellos de todos
los que se puedan tener; es profundo, sienten cómo se acerca lentamente, como
se va apoderando de ti sin prisas, penetra cada vez más adentro, pueden llegar
a sentirlo en todo el espacio interior que hay entre la vagina y el corazón y dura
más que ninguno; algunas mujeres dicen que gozaron durante más de tres minutos.
La experiencia me dice que, cuando
más internos y escondidos son los puntos que estimulamos, más profundos son los
orgasmos y conectan mejor con la esencia femenina, con el alma de mujer. Este
orgasmo, pues, es el más indicado para sentir la unión del cuerpo con la tierra
y del sexo con el alma y con el cielo.
Nadie discute la calidad de un
orgasmo de clítoris o de punto G, pero todas estaréis de acuerdo en que es más
fácil, rápido, intenso, sexual y placentero; aunque por el hecho de no penetrar
tanto en tu interior, haciéndote vibrar y sentir muy especial, no te sumerge en
un estado tan especial de paz, libertad y felicidad profunda.
La primera observación es que no
todas las parejas pueden alcanzarlo, la profundidad de su vagina o la longitud
del pene no siempre son las adecuadas, aunque las vaginas y penes adecuados (la
gran mayoría) tampoco lo consiguen porque pasan de largo. El típico vaivén del
pene en la vagina, que tanto gusta a muchos hombres, el “meterla hasta el
fondo” de otros, son grandes enemigos de este tipo de orgasmo.
El cérvix está en el fondo de la
vagina, pero a su alrededor hay una hendidura muy extensible (cul de sac) que
permite cobijar penes de gran tamaño, cuando pasan de largo. Cuando es
debidamente estimulado, el cérvix se despierta y siente de forma lenta, progresiva,
ascendente, mágica, casi extática. Un pene de tamaño estándar debe de entrar
despacio, sintiendo y procurando reconocer su camino, hasta llegar a tocar (con
la suavidad con que va entrando) el punto; si sigue avanzando el pene pasará de
largo y se cobijará en el cul de sac.
Cuando el pene siente que ha llegado
a este punto debe pararse, dejar de embestir, de dar vaivenes y concentrarse en
el placer de sentirse abrazado, cobijado por la vagina… aunque rompa algunos
esquemas; esta pasividad es muy excitante y puede generar orgasmos muy intensos
en el hombre. La mujer puede abrazar, absorber el pene de su hombre con
contracciones voluntarias de su músculo pélvico (Pubo-coccíneo), si quiere
volverlo loco de placer. He comentado que hablaría de los orgasmos femeninos de
cérvix, no de los masculinos, pero hago este inciso para que los hombres se
animen, por que vale la pena.
Cuando el hombre ha llegado a este
punto, deberá quedarse quieto, empezar el ritual de ir despertando esta zona al
placer; lo primero que hará el hombre es respirar, calmarse y estar por ella,
poniendo toda la atención en la punta de su pene, sobre esta delicada y
sensible zona que es el cérvix. La intención es primordial, nuestra energía
sexual debe de ir acumulándose en el glande masculino, en su punta… y esta
energía debe irse proyectando hacia el útero de la mujer, su femenino más sagrado,
creador, donde están o estuvieron sus ovarios, óvulos, menstruación, ciclos
lunares, donde sus arquetipos femeninos danzan entre una niña y una diosa que
juegan a ser madre, hechicera, amante o guerrera. La energía debe de
proyectarse hacia su interior como si fuera un haz de luz (Lingam: vara de
luz). Aunque en principio el hombre ignore todo esto debe poner consciencia de
que está tocando la zona más sagrada de la esencia femenina.
Cuando él ha tomado consciencia y
ella ha sentido que algo especial y maravilloso está ocurriendo en su interior,
el hombre empezará a moverse muy suave y lentamente, acariciando, dando leves
toques, estableciendo un sutil movimiento circular a la punta de su pene,
mediante ligerísimos movimientos de cadera. Estas caricias despertarán en la
mujer, un placer que irá subiendo de forma lenta y profunda; la sensación de
liberación, casi de éxtasis que precede a este orgasmo propiciarán un fin
maravilloso, y los espasmos de placer de ella casi seguro llevarán al hombre a
otro orgasmo más poderoso de lo que ahora, sin saberlo, pueda imaginarse.
Estos orgasmos también pueden
procurarse con el dedo corazón (el más largo) de la mano derecha (la más
masculina) siempre y cuando podamos alcanzar la zona. Si hacemos una ligera
presión, con la mano izquierda, sobre su pubis, haremos bajar ligeramente su
matriz y con estos dos movimientos del dedo y la mano podremos proporcionar
este orgasmo a nuestra pareja.
Sé que hay juguetes que están
diseñados para este punto, pero la sutileza y delicadeza de su contacto
dependerá de una mano que no sabe exactamente sobre donde y cómo actúa el
juguete; personalmente creo que este punto tan especial prefiere piel con piel.
“…había perdido la noción del tiempo,
sus besos, sus caricias, contacto, palabras, sonidos… , me habían embriagado, en
mis devaneos soñaba con un hombre-dios capaz de hacerme suya y hacerme sentir
su pasión, su respeto, su adoración por mi persona, por mi cuerpo y por mi sexo
cada vez más húmedo; pedía a gritos que me penetrara, que me poseyera y me
hiciera sentir ser su mujer y su diosa, quería su sexo erecto y deseaba sentir
en mis entrañas su hombría y masculinidad, acompañándome en mi dulce muerte,
donde mi sueño me haría volar muy… lejos.
Mi hizo suya, penetrándome con
firmeza, mirándome a los ojos y diciéndome con pasión: así… ya eres mía… me encanta… estate quieta, voy a metértela hasta el
corazón, hasta el alma… mis ojos se humedecieron de emoción, era él, mi
hombre y mi dios, follándome como a una diosa… mis labios temblaban húmedos,
abrazando su hombría, mi corazón palpitaba loco deseando sentir su pene, su
Lingam fundiéndose en él.
El muy cabrón se quedó quieto
mirándome, suspirando, respirando, respirándome… empecé a sentirlo en mi
interior, se movía muy lento, acariciando con su pene, muy suavemente, este
lugar sagrado de mis entrañas que me hacían sentir lo que jamás había sentido…
su calor me iba llenando, su suave vaivén mecía mi alma y mi cuerpo, cerré los
ojos y me dejé sentir, llevar… empecé a temblar muy dentro de mí, sentía subir
por mi espalda una sensación muy agradable y poderosa… mis entrañas latían al
ritmo de mi corazón… algo empezó a girar dentro de mi… dios mío, ¿qué me estás haciendo? dije. Mis pensamientos desaparecieron,
mi cuerpo estaba a punto de estallar de placer y mi alma, no sé, quería
emprender un vuelo hacia las estrellas…
Sentí que me decía… respira, respira, no tengas prisa…
respiré… y sentí como mi cuerpo se volcaba hacia dentro, se perdía,
desaparecía, moría de placer… me vi llena de luz, estallando y fundiéndome con
las estrellas, volando cabalgada por mi potro-dios…
Nunca me había sentido tan libre, tan
diosa, tan mujer, tan hembra… bendito seas tu y tu polla-Lingam sagrados.
Gracias mi dios.
Que podáis disfrutarlo y no os
impacientéis si no lo conseguís a la primera, todos somos principiantes y deberemos
aprender a sentirlo antes de vivirlo, aunque seguro que practicando os lo
pasaréis divinamente!!!
Ignasi Tebé
Terapeuta, escritor y educador sexual. Tel 667 761 640
Facilitador de cursos y talleres para
Hombres, Singles y Parejas
www.ignasi-aurea.com